El mercado arranca

El Mérida anunció el fichaje de Raúl Moreno un 29 de junio. Fue el primer fichaje de la que sería temporada de estreno en Segunda B. Después llegarían Garrido, Conde o Gonzalo Suárez, pero a lo que iba. Finales de junio. Es cuando comienza a moverse el mercado. Los aficionados, por devoción, somos ansiosos, queremos noticias y más noticias de nuestro club. Si fuera por nosotros, el mismo 16 de mayo hubiéramos asistido a la presentación del nuevo entrenador y en ese mismo día estaríamos haciendo alineaciones con los nombres del nuevo proyecto. Nos cuesta entender los tiempos del fútbol. Evidentemente, para nosotros, esta situación no es la misma que en la pasada temporada, el Mérida debe componer un grupo absolutamente nuevo, en un porcentaje que acariciará el noventa por ciento. Por lo que nos conviene atinar la mirilla. No sólo contará la calidad. Hay que crear un vestuario.

No es una cuestión sólo nuestra. Uno repasa los perfiles de twitter del resto de equipos con los que compartimos categoría, y todos presentan similares características. Pocos fichajes aún, aficionados expectantes. Lo que más se está firmando, porteros y delanteros. Mucho interés en tener esos dos perfiles cubiertos. Lógico, todo empieza y acaba en las áreas. El Cartagena (posible destino de nuestro pichichi) firmó a Fernando, del Reus, y renovó a Chus Hevia y Sergio García. El Linense (otro posible destino) también firmó a Álex Rubio, del Ucam Murcia. El Murcia, siempre apetecible, anunció ayer a su primer punta. Melilla, Cartagena, los ascendidos como Mancha Real o Extremadura, los que más futbolistas tienen ya confirmados para la campaña que comenzará en dos meses. Serán dos meses divertidísimos, eso seguro. El fútbol es casi más divertido imaginarlo que verlo.

Los primeros movimientos del Mérida han dotado de seriedad al proyecto. Campos es un técnico reconocido en la categoría. Ha luchado por playoff en varios equipos. Conoce lo que es optar por las eliminatorias. Ya analizamos en esta web lo que había sido su carrera. Está claro que sabe a lo que viene. Hugo Díaz, el primer fichaje, más de lo mismo. Tres intentos de ascenso en distintos equipos. Fue importante en todos. Lucena, Ucam Murcia, Tudelano. Lleva varios mercados sonando para venir. Salcedo, el nuevo guardameta, participó (aunque no jugó) de la plantilla que disputó para el Huracán las eliminatorias hace cuatro años, y los rozó la temporada pasada con La Hoya Lorca, siendo trascendental en la misma. Su comienzo de curso fue muy comentado. Álex Díez, sub23 del Cacereño, Es decir, son futbolistas que están acostumbrados a convivir con la presión que van a soportar aquí.

Lo que más me gusta es que tuvieron ofertas de equipos que van a buscar el mismo objetivo que el Mérida. Y eligieron venir aquí. Ojalá sea para bien.
@solomeridaad

El pulmón

Foto: hoy.es

Borja García Matador cumplió 24 años el día de año nuevo. Conviene recordarlo a menudo. Yo también trato de recordármelo a mí mismo cuando le recrimino que cometa errores en el campo, cuando le exijo como aficionado que su rendimiento sea uniforme durante el curso, cuando pongo mala cara al verle fallar un control o un pase largo. Parece que fue ayer cuando debutó, y en cambio, ninguno de nosotros (y menos aún el club) somos ya siquiera parecidos a lo que éramos cuando ocurrió aquello.

De medio campo hacia delante, Borja ha jugado de todo en el Mérida. Se le ha encasillado de muchas cosas que no es, y eso le ha hecho más mal que bien. Es un centrocampista de virtudes muy concretas, y que, desde el perfeccionamiento de las mismas, puede ganar partidos. De hecho, ese Mérida que a todos nos maravilló en el primer mes y medio de competición la temporada pasada se cimentó en tres premisas principales: Raúl Moreno paraba lo imposible,  Pedro Conde marcaba lo improbable, y Borja García reinaba sobre el partido con un físico que terminaba abrumando. Daba igual dónde estuviera el balón, el rival o el compañero: Borja estaba cerca de allí. Y, generalmente, actuando.

Uno de los momentos que quedarán enmarcados en nuestra memoria de un curso por sí inolvidable le tuvo de protagonista principal. Mérida- Cartagena, últimos de septiembre. El Mérida gana 1-0 y no sufre demasiado ante el rival. Raúl Moreno saca en largo sobre el costado derecho, Joaqui Flores prolonga con un cabezazo hacia el banderín del córner (esa jugada desapareció extrañamente del manual del equipo cuando, la verdad, había dado bastante rédito). Cuando Borja García arranca, el central zurdo rival, Ayoze, le saca una ventaja cercana a la media docena de metros. Media grada se da la vuelta descontenta. La otra media observa como un cohete se adelanta al canario, y llega antes al balón, dándole un toque demasiado fuerte. De nuevo parece que la pelota se pierde, pero Borja vuelve a esprintar, llega sin problemas y pone un centro de primeras que Aitor García convertiría en el segundo gol de la tarde.

Borja García no es un medio creativo. Puede serlo en categorías menores. No en segunda B. Exigirle que lo sea es confundirlo, es dificultarle dar su mejor versión. Cuando tiene esa orden, se encasquilla, quiere hacer demasiadas cosas. No es tampoco un mediocentro posicional. Sé que en tercera lo hemos visto ahí, rodeado de compañeros más capaces con la pelota. Su recorrido es tan grande, esa capacidad de esfuerzo sobrepasa tanto los límites que al final parece que puede con todo, pero aún no conoce el oficio lo suficiente, lo que le lleva a ubicarse mal a menudo y a tener que recorrer largas distancias que para llegar a todo lo que se le exige. El control en carrera y acostumbrarse a disparar desde lejos son áreas de mejora que estoy convencido que el tiempo pulirá.

Borja García es un magnífico interior. Un excelente centrocampista box to box, como se dice en la Premier. Un tipo capaz de recuperar la pelota muy cerca del área propia, cederla a un compañero, acompañar la jugada a lo lejos, sabiendo el momento justo en el que hay que llegar al punto de penalti para rematar el centro de un compañero. Porque, además, una de sus principales virtudes, es precisamente, que la portería no se le achica al llegar a esos metros. Que tiene gol. No olvidemos que esto es lo más caro del fútbol. Y lo lleva dentro. Pero claro, pedirle que robe, organice, cree, desborde, llegue y marque, quizá es demasiado ¿no?

Tiene tanto pasado que parece que ya no tiene futuro. Y es todo lo contrario. Tiene el futuro que quiera.

@solomeridaad

El sacrificio no se negocia

Foto: Ricardo Hernández

Joaqui Flores debuta oficialmente con el Mérida un 24 de agosto ante el Díter. Marca un gol y da una asistencia. A la semana siguiente, en San Vicente, marca un gol que resuelve el partido. Siete días después, ante el Jerez, otro gol. Poco después, en Olivenza, estrena el marcador y da la asistencia del gol ganador. Y así una semana. Y otra. Y otra. Cuando se toma el primer respiro, tras once jornadas, suma siete goles y cinco asistencias y ha regalado al equipo el tiempo suficiente como para generar los automatismos ofensivos que necesitaba el sistema de Alcázar. El Mérida, repleto de futbolistas creativos en la zona ancha, carbura a toda vela. Combina y combina hasta que encuentra el momento de acelerar el ritmo a los extremos. Y si no encuentra el pase al hueco correcto, balón a Joaqui Flores y que decida él por calidad y potencia. Sus registros finales en la temporada del ascenso, quince goles y quince asistencias (sólo Toni Moreno participa en más goles de forma directa que él) quedan incluso por debajo de su importancia real. Su llegada, a poco de comenzar el curso supuso, junto a alguna otra, el salto de calidad necesario para que el ascenso pasara de posibilidad a probabilidad.

Para la temporada de estreno en segunda b, Flores es una de las certezas. No se discute que será de la partida. Lo ha ganado. La baja por lesión de Jesús Perera castiga el fútbol combinativo del 4141 de Alcázar y el grupo aprende a jugar a otra cosa. La segunda división B es otra cosa. Aquí no somos cabeza de ratón y Flores tiene que adaptarse. Con un problema: el uno contra uno no le depara las alegrías del año anterior. Para él es complicado desbordar por fuera. Sus centros durante esta primera vuelta hacen poco daño porque son previsibles, Y Conde no ha explotado aún como el rematador que acabó resultando. El equipo funciona, Flores aporta, pero su trabajo es más oscuro que nunca. En un bloque que sufra por fuera, toca ayudar al lateral. Sólo se pierde catorce minutos en esa primera mitad del curso.

Jumilla fue la estación intermedia. El Mérida arrastra una racha terrible que ha acabado con la etapa Alcázar. Antonio Gómez propone un 433 con presión muy alta de los interiores, recuperaciones rápidas y aberturas a los extremos, habitualmente a pie natural. Quizá Flores hubiera podido mejorar sus números jugando en la izquierda. Para él, el gol sería más posible si al salir del regate se encontrara la portería de frente. Pero en la derecha, exigido siempre a llegar a línea de fondo… Hablábamos de Jumilla. Con 0-1 en el marcador, el colegiado señala penalti sobre Jonhy. Flores, cuya confianza necesita el subidón del gol, lo pide. Su disparo, a media altura, flojo, no busca su lado de seguridad y es fácilmente despejado por Seral. Sustituido al poco de comenzar la segunda parte, es el partido en el que menos minutos pisa el césped. Algunos piden su salida del once titular

Flores no sólo no sale del once, sino que, cuando podría haberse hundido, comienza a ser más trascendental que nunca. El equipo reacciona al otear el desastre. Gana cuatro partidos sobre cinco. En los cuatro, asistencia de Joaqui Flores. Se entiende ya a la perfección con el nueve Conde. Ambos conocen al otro. Mirada, desmarque en largo, y centro medido. Y como lo de Flores es aportar desde dónde sea, el último mes de competición lo ve desde el lateral. Despertaba dudas su nueva ubicación. Joaqui no es una eminencia defensiva. Sufre con las arrancadas profundas y descuida en ocasiones su espalda, pero, una vez más, saca al equipo de un apuro. Termina la temporada jugando los 38 partidos de liga. Todos de titular. Bestial dato.

No hace preguntas. Ayuda, resuelve, y se va. Un placer.

@solomeridaad

Titán

FOTO: Blog Mérida Fans

Las verdades absolutas, en el fútbol y en la vida, no existen. Aún así, hay dogmas habitualmente aceptados entre el aficionado. Uno de ellos dice que todo jugador nuevo comienza su andadura en un club bajo sospecha. En el caso que nos ocupa, Javi Chino, había motivos para ello. Especialmente dos: su lugar de nacimiento y su demarcación. Llegaba un medio centro defensivo a un equipo que supuraba de ellos. Lo hacía para sustituir la baja por lesión de Manolo Parra. Necesitábamos un futbolista de efecto inmediato. En junio no valen las probaturas. Hay que ir a lo seguro. Y si algo es Javi Chino, es un seguro.

No se consiguió el objetivo, pero nadie dudó que se ganó un futbolista para la causa de la temporada siguiente. En ella sería imprescindible, un gigante en el campo. Su dominio del espacio era tal que el equipo podía armarse a su alrededor con más de media docena de futbolistas netamente ofensivos. Extremos sólo de ida. Medias puntas de escaso repliegue. Dos delanteros. Todo se permitía porque siempre había alguien con la luz encendida en la garita. Todo el mundo podía irse de fiesta porque Javi Chino conducía a la vuelta. Su jerarquía ante el rival era tal que no se discutía. El equipo que contara en sus filas con él, jugaba con doce.

Una jugada vino a sembrar dudas en su confianza. El error que provocó el gol del Extremadura y, a la postre, la única derrota del Mérida en el Romano esa temporada, parece que tocó su mecanismo de autodefensa y le convirtió, en ese último trimestre del curso, en alguien más vulnerable de lo que era en realidad. Incluso en la eliminatoria definitiva ante el Laredo, él, titular indiscutible toda la temporada, no jugó ni un minuto en la ida en el Romano. Llegaron algunas dudas sobre lo que sería su adaptación a la categoría recién lograda.

Dudas disipadas también muy pronto. Su primer tercio de temporada en segunda b estuvo a la altura del equipo: bestial. El grupo planteó un estilo que a él le encajaba como una media a una pierna de mujer. Con Zamora como eje de la salida de balón, Chino, junto a un Borja superlativo en aquel tremendo mes de septiembre, se encargaron de dominar el ataque frontal del rival y la segunda jugada. Conforme subes de categoría se reduce el tiempo que el jugador tiene para tomar decisiones con la pelota, quizá uno de sus hándicaps. Eso provocó que chirriara en algunos partidos en el Romano, cuando todo el equipo mostraba su lado más gris.

Veremos su rol en este curso que comienza. Si el equipo dispone de interiores capaces de transportar la pelota a campo rival, Javi Chino podrá explotar sus mejores virtudes y potenciarlas. Sin responsabilidades con balón, crecerá. En el debate ¿mediocentro o central? ahora mismo, quizá pueda dar más como central. Sobre todo, en momentos muy específicos de escasez de espacios, aquellos en los que armar el pie en área propia cuesta. En esos momentos, Javi reina porque no duda.

No todo es tangible para el aficionado en el fútbol. Quién no conoce un vestuario por dentro dispone de una información siempre sesgada, incompleta. Chino sumará en cualquier grupo. Será importante, seguro. No sabe hacer otra cosa.

@solomeridaad

El fútbol que nace en la calle no muere nunca

Foto: The Flagrant

El fútbol es mucho más que un deporte. Es más que correr noventa minutos detrás de un balón. El fútbol es una pasión, un compromiso, una forma de sobrevivir. Es compartir, actitud, entrega, es dar el todo por el todo, es jugar con el corazón, es besar el barro, es tocar el cielo, es perdonar, es no saber hacerlo, es competencia sana o en ocasiones una batalla sin tregua en el que solo puede quedar un equipo, es un motivo de orgullo o por el contrario es motivo de vergüenza, es un arte, un estilo, único, es diferente, es el deporte rey y eso no lo digo yo, lo es.

El fútbol nació en calle, por eso es tan especial, porque está impregnado entre mil culturas, diferentes formas de entender la vida, fútbol son las calles de Buenos Aires, los suburbios londinenses, cualquier barriada obrera española, cualquier parque donde los bancos hicieran de portería, cualquier plaza donde existieran ventanas que romper, en cualquier favela de Rio de Janeiro, campos maltrechos en cualquier poblado africano, en cualquier sitio donde dos porterías y un balón tienen poder de decisión.

Mi abuelo siempre me decía que el fútbol lo inventaron los ingleses para evitar guerras, resolver conflictos por la vía del balón, pero lamentablemente todos sabemos que el fútbol ya existía antes que la primera guerra mundial. Años más tardes entendí lo que mi abuelo quería decirme, el fútbol es motivo de competitividad, una forma de lograr salir victorioso en una disputa frente a otro equipo, requiere de preparación, entrenamiento, esfuerzo para lograr doblegar al rival, requiere de estrategia, inteligencia y talento, me crie con la sensación de que el fútbol era mucho más que un simple deporte.

Pasión por tus colores

“Nadie ama a su patria por ser la más grande, la más rica o la más avanzada, sino porque es la suya”

Dentro de la sociedad el sentimiento de pertenencia a un grupo o colectivo es más que un hecho, dentro de las mínimas diferencias que puedan existir en una comunidad, nosotros siempre intentamos enfatizarlas, exagerarlas incomprensiblemente con la intención de ampliar más esas diferencias, en mi opinión que es un defecto extendido y una virtud mal organizada.

Pero dentro del mundo del fútbol, también existen fuerzas confrontadas, existen rivalidades, competición, pero sobre todo sentimiento de permanencia.
La pasión que mueven los colores que te representa, solo es entendible por aquellos que curiosamente ven el fútbol de la misma forma aunque defiendan colores totalmente opuestos, si lo pensamos fríamente, dos personas que defiende de la misma forma dos equipos rivales tienen más cosas en común de lo que lo tendrían con una persona ajena a este deporte.

¿Cómo este juego puede hacer que nuestro corazón reciba autenticas palizas emocionales? sentimiento de pertenencia.

Los estadios solo se llenan si este sentimiento brota, solo si los seguidores de un equipo sienten orgullo por el escudo, sienten amor por los colores. Si, hablamos de orgullo, por eso es tan importante que un club de fútbol por pequeño que sea de motivos a su afición de sentir orgullo. Mantenga la llama encendida, no podemos ser hipócritas, puedes simpatizar con un equipo a 1000 km de donde nacemos, podemos admirar las grandes estrellas de otras ligas, disfrutar viéndolas desde casa, pero no pueden compararse al sentimiento que tienes cuando el club forjado en tus calles logra éxitos y pone en el mapa tu lugar, el sitio que te vio nacer, que te vio crecer.

Esos muros maltrechos que conforman las paredes del estadio de tu localidad, esas gradas que no son las de Old Trafford pero sabes que son las tuyas, las que debes ocupar tú, porque si tu no las ocupas no habrá otro que lo haga. Tus jugadores, sí, pueden no ser jugadores de élite, pero ellos en ese momento defienden los colores del equipo de tu ciudad, ellos son los tuyos y tú eres de ellos, os necesitáis.

No se puede amar por amar, amar por obligación, pero el que no quiere al equipo de su ciudad tiene un sentido equivocado del amor.

@TxemaSanfelix

El entrenador camaleónico

Foto: diarioinformacion.com

Bernardo Plaza tiene un plan. Ha tenido el tiempo suficiente para madurarlo. Cuando, hace cinco meses, recibió la llamada del presidente, con el encargo de armar un equipo capaz de competir de tal modo que la lucha por las eliminatorias fuera una opción real, trazó un cuadrante de acción que debía llevar a elegir entrenador, entre una terna de una decena, sabiendo hasta dónde podía llegar el club; y ponerle a disposición una serie de futbolistas que, ante todo, conocieran la categoría y fueran capaces de trabajar bajo la presión de un objetivo que supera, en mucho, a lo que está acostumbrado el club en la última década.

José Miguel Campos ha sido el líder elegido para llevar a cabo la misión. Curriculum no le falta. Experiencia, tampoco. Motivación, lo mismo. ¿Cuáles han sido los últimos pasos del nuevo entrenador antes de llegar a Mérida? Vamos a revisarlos. Una rápida búsqueda por la red deja claro que estamos hablando de un preparador TOP en la segunda división B. Su milagro con la Hoya Lorca le dio la reputación que le había restado su gatillazo en Cartagena, en un movimiento de difícil explicación, y su temporada en Granada, con un bloque de calidad pero de trato complicado le ha terminado por situar entre la lista de entrenadores a observar. Entender nuestro pasado determina nuestra capacidad para entender el presente. Y lo cierto es que se encontrará aspectos comunes a ambas experiencias positivas durante su etapa en Mérida. Como en Lorca, dirigirá a un bloque compacto, duro, que parte con ilusión pero con equipos por delante hechos a base de talonario. Como en Granada, se encuentra con una plantilla remozada en su totalidad, debiendo conseguir resultados inmediatos. La exigencia será instantánea, a imagen y semejanza de una afición que ha establecido como norma que la medianía no es buen plato.

Lo primero que llama la atención al ver media docena de partidos dirigidos por Campos es su riqueza táctica. Dibujos que cambian durante una temporada. No hablamos de alguien atado a un sistema, en su Granada se reconoce una progresión en el esquema de juego conforme el equipo va aprendiendo automatismos ofensivos que liberan el talento de sus futbolistas más dotados. Tanto el 4-3-3 como el mismo 4-4-2 se suceden dependiendo de los hombres alineados. En La Hoya, con un grupo más homogéneo, con menos calidad individual pero repleto de riqueza táctica, se decanta por un bloque industrial, colmado de fe en sí mismo y en su líder, y que consiguió la proeza de mantenerse invicto durante toda una vuelta en un grupo durísimo, tanto o más como el que el Mérida se encontrará en la temporada que empieza a asomar.

Habitualmente, Campos concede importancia capital a la posesión de la pelota. Le gusta avanzar con ella. Especialista en darle ventajas a su equipo mediante una trabajada salida lateral de balón, solicita movimiento a su línea de media puntas para la creación de espacios buscando un doble objetivo.  En primer lugar, la aparición por sorpresa de unos laterales notoriamente ofensivos. Con ello, genera el suficiente caos en la defensa rival para que surjan los espacios que necesitan sus hombres de calidad para tomar decisiones definitivas. Y con metros de espacio, cualquiera sabe jugar al fútbol. Su segunda intención es que el equipo, al perder la pelota, se encuentre en condiciones de realizar una buena presión al rival. Pero claro, presionar en campo rival significa conceder huecos en el propio, por lo que Campos da un papel preponderante a su mediocentro, sobre todo a la hora de gobernar el espacio. Una vez que el balón ha llegado a la zona de tres cuartos, no es amigo de florituras. Suele contar con futbolistas rápidos a la hora de armar el pie. No quiere llegar por llegar. Posesiones inanes, desterradas. Su Granada fue uno de los equipos que, en porcentaje, menos goles marcó desde dentro del área de todo el grupo. Cuando se atisba portería, hay que tirar.

Con la palabra esfuerzo como dogma indiscutible, defensivamente exige un plus de intensidad a todo el conjunto. Con él, el dicho de “atacar con once y defender con once” se llevará a rajatabla. Siempre con línea de cuatro atrás y con una salida de balón, como dijimos antes, bastante trabajada, no parece amigo de marcajes individuales y sí zonales. Su gusto por la pelota al suelo le trae a menudo sustos en forma de pérdidas peligrosas en las combinaciones en campo propio. Con ciertos problemas a la hora de defender el balón parado, sus equipos se caracterizan por inventar jugadas en faltas laterales y córneres. Mucho movimiento en lanzamientos habitualmente abiertos.

A priori, la apuesta por José Miguel Campos es segura, de manual. Cómo salga después es cosa del fútbol y de los futbolistas. A acertar con ellos.

Perfil de José Miguel Campos

Foto: Hoy.es

José Miguel Campos, el elegido nuevo entrenador del Mérida, nació en Murcia hace ahora casi 50 años. Ex-futbolista de equipos como Real Murcia, Alcoyano, Jaén o Melilla, pero es su currículum como entrenador lo que más nos interesa del nuevo guía del barco.

Inició su carrera en Murcia en el Atlético Abarán allá por el año 1.999 y en su primera temporada consiguió ascenderlo de la categoría regional a la 3ª división murciana. Continuó la siguiente temporada con la que quedó en 17ª posición y descendió.

Al año siguiente cogió las riendas del CD Bala Azul, también de Murcia, en tercera división. En su primer temporada clasificó al modesto equipo en 8º lugar y en su segunda temporada lo quedó en 10º lugar, curiosamente acabando en medio de dos equipos conocidos por todos nosotros: Jumilla y UCAM.

En 2003 dió su primer gran salto cualitativo. El CD Baza, de Andalucía oriental, se fijó en sus progresos para cuajar un proyecto que acabase con aspiraciones a cotas más altas. En su primer temporada en Baza acabó en 7º lugar. Si bien, su segundo ascenso como entrenador, y el primero en categoría nacional, se dio en su segunda temporada cuando tras acabar como campeón del grupo de Andalucía oriental ascendió con el equipo a la 2ªB. Su siguiente reto también lo consiguió, y no es otro que el de la permanencia con el equipo en 2ªB, cosa que no fue fácil pues acabó en 16º lugar. Como curiosidad, fue en esta temporada, cuando José Miguel pisó el estadio Romano por primera vez como entrenador sufriendo una derrota por 2-0. Se vengó en la vuelta ganando por idéntico resultado y certificando casi matemáticamente la permanencia.

Sus logros no pasaron inadvertidos en su región y fue rescatado para la misma por el Real Murcia, que puso en sus manos un proyecto de ascenso a 2ªB al filial murcianista. En su primera temporada, a pesar de quedar campeón del grupo murciano no logró ascender. Pero en su segunda campaña y quedando 2º del grupo ascendió al equipo filial a la categoría de bronce. Sus dos grandes temporadas con el filial le valieron para continuar un tercer año. Su buen arranque, incluyendo la victoria por 1-2 en el Estadio Romano en la que sería su segunda visita, le hicieron valedor de dar otro salto cualitativo en su carrera pasando a entrenar al primer equipo en 2ªA tras la destitución de Javier Clemente. En dicho salto, tenía al filial murcianista en 4º lugar.

En 2ªA, el reto era imponente y claro: la permanencia del Real Murcia en la categoría. El equipo andaba en 20º lugar con una dinámica negativa y al acabar la temporada José Miguel lo “soltó” en un tranquilo 14º puesto. Tal y como el objetivo para el que subió de categoría lo logró de forma holgada, se hizo merecedor de continuar disfrutando de la categoría de plata del fútbol español.
En esa nueva temporada, la cuarta en la entidad murciana, duró poco. El equipo no arrancó bien, y en noviembre fue cesado dejando al Real Murcia como colista.

A pesar de la salida tan negativa, el Real Jaén puso sus ojos en él para un nuevo proyecto deportivo para la temporada 2010/2011. Tampoco salió muy bien parado del mismo ya que problemas de índole económico, con posterior denuncia al club, acabaron con su carrera en Jaén en enero de 2011, a mediados de temporada. Deportivamente el Real Jaén tampoco llevaba un rumbo esperanzador estando en el puesto 14 de la tabla.

Desde enero de 2011 hasta mayo de 2013 no se le conoce actividad como entrenador. Su vuelta a los banquillos fue un tanto peculiar. El Cartagena luchaba por quedar campeón de grupo e intentar el salto a 2ªA, para lo cual iba líder. En las últimas jornadas no aprovechó la pérdida de puntos del Real Jaén para quedar líderes y a pesar de un gran puesto como el 2º el entrenador cartagenero, Pacheta (conocido en la parroquia romana por vestir la camiseta del CP Mérida), fue cesado por el presidente y siendo sustituido por José Miguel Campos. Por tanto, su objetivo no era otro que ascender al Cartagena dirigiéndolo única y exclusivamente para los playoff. En la primera ronda eliminatoria perdió con el Caudal Deportivo tras un empate a 0 en la ida como visitante y una derrota por 0-1 en el estadio Cartagonova. José Miguel no siguió en el puesto.

Y quizás, eso le sirvió para alcanzar su mayor gesta como entrenador. En 2013 cogió la batuta de La Hoya Lorca en 2ªB. Un modesto equipo murciano que consiguió ascender la temporada anterior y lo llevó a las puertas del milagro futbolístico. Peleó toda la temporada con todo un Albacete por liderar el grupo pero se quedó en un gran 2º puesto. La primera eliminatoria, eliminó a las Palmas Atlético tras un 2-2 global. En la segunda eliminatoria, fue eliminado por el Hospitalet, curiosamente también tras un 2-2 en el global.
Siguió otra temporada más pero no pudo más que lograr la permanencia con el equipo lorquí acabando en 13 lugar.

Y tras esa experiencia le llegó el turno de entrenar a otro filial, el Granada B. Esta vez empezaba en 2ªB, con un filial de equipo de primera división, un plantel de jugadores internacionales. Esta temporada pasada, el conjunto granadino de la mano de José Miguel, acabó en 5º lugar dejando un buen sabor de boca en el juego de su joven equipo.

Así pues, las cifras que rodean al nuevo entrenador  en categoría nacional se resumen así:

-2ªA: 26 partidos. 11 victorias, 6 empates, 9 derrotas. 34 goles a favor y 33 goles en contra.
-2ªB: 186 partidos. 73 victorias, 61 empates, 52 derrotas. 232 goles a favor y 172 goles en contra.
-Eliminatorias de ascenso a 2ªA: 6 partidos. 1 victoria, 3 empates, 2 derrotas. 4 goles a favor y 5 goles en contra.

Ahora podrá engordar estas cifras en el Mérida, donde esperemos logre repetir la gran temporada que realizó con La Hoya Lorca.

@alf_martnez

Enorme capitán

Foto: hoy.es

Un metro sesenta y cinco fuera del césped. Siete u ocho metros dentro de él. Jonhy ha sido muy grande en la historia de este equipo. Cuando, dentro de muchos años, le cuente a mis nietos lo que supuso para el Mérida, probablemente me falten las palabras. Supera lo meramente deportivo.

Hubo una época, que ahora nos parece muy lejana,  en la que el Mérida no era una bicoca. Jugar en él no resultaba muy cool. Vendía poco. Pagaba menos. En ella, jugadores como Barrios lucían el número 2, Francis el 5, y la camiseta con el número 3 también tenía dueño: Jonhy Monago. Aguantó estoicamente el paso de los años, liderando en lo moral un grupo que hubo de pasar muchas penurias. En su interior, sabía que el destino le tenía preparadas otras cartas ganadoras, y quería estar en el sitio justo para destaparlas. Cuando el club resurgió, el 3 ya había heredado el brazalete de Capitán, que se le ajustaba como la media a la pantorrilla. No podía ser de otro.

Futbolísticamente, los últimos años de Jonhy han sido un caos. Sin rigor táctico y siempre moviéndose a oleadas de intuición, abandonaba su zona con frecuencia buscando combinar con el atacante exterior del equipo. A fuerza de empuje físico conseguía recuperar la posición para acabar resolviendo la papeleta. En la 13/14, un partido vino a mostrar sus carencias y virtudes. Sería el protagonista de todos los fotogramas cruciales del choque. Llegaba la primavera cuando el Badajoz C.F. visitó el Romano. El Mérida necesitaba ganar para aspirar al liderato, y había ido madurando el encuentro poco a poco hasta adelantarse con el gol de Boro. Mediada la segunda parte, un centro de Vergara cogió desprevenido al Capitán, que permitió que Nauzet se le adelantara y empatara el partido. Más tarde, en el minuto mil, cuando nadie daba ya un duro por la victoria, él se jugó el todo por el todo. Cuando Troiteiro lanza su habitual banana buscando el desmarque al espacio de Cristo, Jonhy aún se encontraba a una decena de metros del círculo central. Cuando quisimos parpadear, ocho segundos después, el 3 ya pisaba el área, había recibido del extremo izquierda y encaraba al portero rival, batiéndole con una gran definición al palo largo. 100% Alma. 100% Jonhy.

Ya en segunda b, intuíamos que vendría algún fichaje para ocupar esa demarcación. Comenzaron a llegar defensas, pero ningún lateral zurdo específico. González no lo era. Morgado tampoco. Ni Romero. Ni Gil. Jonhy comenzaría de titular. Algunos listillos (entre ellos, yo), supusieron que por allí se descosería el equipo. ¿Estaba ya el lateral para esa competitividad?

La respuesta hubo que esperarla durante todo el curso. Si bien es cierto que los rivales solían atacar cualquiera de los dos flancos del equipo sin distinción y que Jonhy sufrió por ello a menudo durante la primera vuelta, superado en dos contra uno y en los balones cruzados a su espalda; no lo es menos que fue entonándose hasta firmar un último trimestre muy solvente, especialmente resistente en las grandes plazas, rozando continuamente el notable.

Personalidad arrolladora en el campo, hasta su último partido tuvo ocasión de demostrar que no era uno más. En ese choque ante el Almería, que quedará para el recuerdo como el definitivo, Jonhy pasó la segunda parte establecido en campo rival, empujando de manera simbólica (o no tan simbólica) a sus compañeros a gobernar el partido y pisar el área.

Demostrando su alma. Alma de Jonhy.

@solomeridaad

Siempre será el 10

Foto: Ricardo Hernández

El sol pegaba fuerte ese verano en Cádiz, mientras cada día llegaban, vía twitter, noticias impactantes de nuestro Mérida. La más esperada llegó a mediados de julio. Jorge Troiteiro volvía a casa. Venía a liderar un equipo con un único objetivo: el ascenso. Todo lo que no fuera ascender sería considerado como un fracaso. La ilusión era máxima porque la responsabilidad también lo era. No habría medias tintas. La entrada definitiva de Abeto en el club había derivado en la contratación de varios de los mejores futbolistas de la categoría en los años anteriores, y en la vuelta de emblemas como Santi Amaro, Roberto Carlos Mansilla o el mismo Troiteiro. Una locura de amor por el 10 se producía en la ciudad. Teníamos el placer de disfrutar de la mejor individualidad del grupo. No había talento igual en muchos kilómetros a la redonda.

Aquel primer año, Jorge dio la sensación de no encontrarse a gusto en el verde. Nunca le faltó compromiso (en eso siempre tuvo tanto como el que más), pero el césped y el estilo de juego elegido por el entrenador no acompañaban. El equipo tenía un plan muy directo en el que el 10 a menudo veía pasar la pelota por encima de su cabeza. Trató de escorar su posición a la banda derecha para poder recibir y lanzar su habitual pase de rosca a la carrera de Cristo. Su subsistencia en el Romano era casi imposible. Parar la pelota en aquel barbecho era una quimera. Cuando trataba de conducir hacia dentro, el cuero comenzaba a dar botes de forma extraña, de manera que siempre se veía obligado a pisar en demasía el balón y sus pases no terminaban de ser lo definitivos que él esperaba. Aún así, sus detalles nunca defraudaron. Al revés. Siempre tenía un gesto más. Y en Langreo, varios de esos gestos, dentro y fuera del terreno de juego.

Con la llegada de Alcázar al banco, y teniendo en cuenta que en esa temporada del ascenso el césped estuvo bastante aceptable, Jorge cogió aún más galones. En el 4141 habitual del técnico extremeño se situó a la izquierda de Flores y a cierta distancia de Cristo. Aquello le permitía explotar varias de sus potencias. Tanto el pase interior a un extremo derecho que estaba siempre en movimiento, como el pase de rosca a un extremo izquierdo al que conocía al dedillo le dieron al Mérida muchos goles en esa primera vuelta. Troiteiro jugó todos los partidos hasta la visita a Jerez. Participó de forma directa en trece goles y confirmó lo que demostró en cada equipo en el que jugó: nunca se esconde. El 10 podría acertar o equivocarse en la elección del pase o regate, pero es una solución constante. Continuamente ofreciéndose.

Cuando aquel tendón se rompió en Jerez, el Mérida quedó huérfano de liderazgo sobre el césped. Apareció entonces el mejor Jesús Perera, que, con otras condiciones, consiguió que sólo añoráramos, y no ansiáramos, a Troiteiro. Su vuelta fue más simbólica que real, con los dieciocho últimos minutos contra el Laredo buscando que el rugir de la grada ante la entrada de su ídolo empujara al bloque hacia el gol. Aquel gol no llegó y el equipo terminó consiguiendo el ascenso a la semana siguiente sin el 10 sobre el césped.

Por fin estábamos en segunda b, su categoría. Cuando echábamos cuentas de qué futbolistas le acompañarían en el once, nos encontramos con una decisión del entrenador: Jorge no sería uno más. Simplemente, no contaba. No existió aquel primer tercio de competición para él. Hubo que esperar más de dos meses para verlo en el césped. La segunda parte del derbi ante el Villanovense fueron sus primeros minutos en la temporada, y mostraron su dechado de virtudes y defectos: descontrol, anarquía, magia e ilusión. Necesario para que el equipo se sintiera revivir. Marcaba y asistía. Mandaba, lideraba.

Con Antonio Gómez al mando, Troiteiro dio un definitivo paso adelante que se confirmó en los primeros partidos del gallego. Demasiado escorado a la banda izquierda en algunos momentos, el 10 abandonaba en cuanto podía esa posición para tocar la pelota con futbolistas que hablaban su mismo lenguaje. Lejos de esa prisión podía brillar. El sistema de Gómez exigía demasiado esfuerzo a los interiores, que debían ejercer una presión muy alta sobre la salida de balón rival, por lo que, con la nueva posición de Flores como lateral, Jorge acabó encontrando acomodo en la banda derecha. Desde allí, cada vez que el equipo recuperaba la pelota, ejerció de verdadero mediocentro. Frenando el juego cuando la situación lo requería y acelerando hacia Aitor o Conde cuando veía campo abierto. Giraba hacia dentro y veía el fútbol de frente. Le miraba a los ojos. Como a él le gustaba.

El 10 no seguirá. Pero siempre será el 10.

@solomeridaad

Alejandro Zamora “La templanza”

Foto: hoy.es

Era finales de julio cuando el equipo empezó a rodarse con dos partidos en Arroyo de San Serván y en Almendralejo, ante el San José, cuando empezaron las primeras dudas. En ambos partidos, poca  diferencia se veía entre un equipo que era de 2ªB y otro equipo que competía en categorías inferiores. La falta de fichajes, la falta de juego, de gol (2 en 2 partidos, uno de penalti de Perera y otro de un jugador a prueba), de dominio absoluto… ponía un poco nerviosa a la afición, al menos la que hasta entonces había acudido a Arroyo y Almendralejo a ver los partidos. Es entonces cuando surgió su fichaje: Alejandro Zamora.

Pronto empezamos a ver su currículum. Que si se formó en la cantera del Real Betis, que llegó a debutar en primera división, cuajó varias temporadas en segunda división A, que había jugado en equipos como Real Jaén o que procedía del Guadalajara, con el cual jugó fase de ascenso a 2ªA la temporada anterior. Por lo tanto, un señor fichaje. Y no tardó mucho en despuntar, en Olivenza, apenas unos días después de llegar. Salió en el segundo tiempo para rodarse y empezó a demostrar su calidad, sus pases diagonales, su serenidad en el juego y en la defensa. Nos recordaba a los que fuimos a Olivenza una versión idéntica de Paco Borrego.

Su inicio de temporada, coincidiendo con la del equipo, fue espectacular. Su experiencia dejó notarse en partidos ante Betis B, UCAM, Real Jaén, Recreativo Huelva o Cartagena. Poderoso en el corte, bien ubicado en el centro de la zaga, salida de balón limpia y precisa…pero llegó octubre y con él el equipo empezó a hundirse, y Zamora empezó a mostrar sus limitaciones.

Ante el Granada B, una pérdida de balón suya en campo propio, no forzada, fue el inicio del gol rival. Ante Algeciras, cayó como todo el equipo en una espiral de desajustes y descoordinación táctica y mental. Ante Villanovense cometió un error de falta de concentración en la jugada final que propició verse superado por Cubi en la jugada del empate a 2. Todo fallos puntuales, pero decisivos. Fue en Lorca donde se vieron los primeros síntomas de agotamiento mental. Empezó a sufrir en campo abierto y a desconectar defensivamente en su banda, por donde tenía muchas dudas si salir al corte o esperar. Tal fue su bajo rendimiento que en Melilla, aunque fue convocado, no se llegó a vestir.

No fue hasta cambiar de puesto, ante el Cádiz y de mediocentro, cuando volvió a demostrar su magnífica cualidad con balón y colocación. Menos exigido a la hora de salir a banda, su trabajo en la zona ancha le sirvió para repetir puesto y con buena nota ante el Sevilla B.

La segunda vuelta la jugó, mayoritariamente, de pivote defensivo con algunos altibajos. Su actuación en ese puesto como visitante fue sencillamente extraordinaria. Algeciras, Lepe, Cádiz o Sevilla B vieron un Zamora cuya jerarquía traspasaba su zona de actuación. Brillante en el orden defensivo, excelso en la conducción de balón. Sin duda alguno, sus mejores partidos de la temporada. Por contra, en el estadio Romano se transformaba, al igual que el resto del equipo, en un jugador errático, con mayor pesadez en la conducción y menos precisión. No sólo el césped puede explicar este hecho, sino también la forma de plantear los partidos. Como visitante, Zamora tenía espacio para poder enviar el balón a los interiores o extremos con mucha más facilidad que en el Romano, donde los espacios por delante de él escaseaban.

Su salida del equipo, no obstante, resulta difícil de explicar en términos puramente deportivos. Su seguridad con balón, su concentración, su experiencia y su temple le hacen ser uno de esos jugadores, que bien rodeados, te hacen manejar un partido, controlar su ritmo. Su diagonal buscando el espacio de los extremos aporta verticalidad y rapidez al juego, su pase corto con los interiores logra más control y lentitud al partido, por lo que resulta válido en ambas facetas del ritmo de juego.  No será fácil encontrar un jugador con su polivalencia, experiencia y templanza.

@alf_martnez